Leo un artículo de Público.es sobre la pérdida de velocidad en las conexiones WiFi. Os recomiendo que leáis los comentarios al artículo porque alguno no tiene desperdicio.
Ha habido uno en concreto que me ha hecho reflexionar un poco. Hace referencia a la obviedad de la información recogida en el artículo y lo critica por este motivo, pero mi experiencia profesional me dice que esta información no es tan obvia como a priori pudiera parecer.
Cuando se habla de conexiones inalámbricas, una gran parte de la población no es consciente de que las ondas, por mucho que sean inmateriales se ven afectadas por los obstáculos que ponemos entre el emisor y el receptor. Estamos tan acostumbrados a ver la televisión y a oír la radio (ambas señales viajan por la atmósfera y llega a nuestros receptores sin mayor problema), que damos por supuesto que cualquier sistema de comunicación inalámbrica ha de tener la misma eficacia que estas.
Lo que no tenemos en cuenta es la potencia de los emisores. Os aseguro que no tiene nada que ver la infraestructura de emisión de una emisora de radio local con el router WiFi que hemos puesto en nuestro salón.
Afortunadamente las paredes de nuestros pisos son bastante finas (¿ quien no escucha a sus vecinos ?), pero cuando nos vamos a la casa del pueblo con paredes de 10 cm. de espesor y con una densidad bastante más alta que la de nuestro piso, o cuando queremos que la señal atraviese 4 paredes con sus correspondientes habitaciones llenas de aparatos electrónicos que saturan el espacio de interferencias, la señal puede llegar bastante deteriorada, y posiblemente tengamos conexión, pero a una velocidad muy por debajo de la óptima.
Vista la situación, las características de los productos y recalcadas las “obviedades”, viene la parte positiva: las conexiones WiFi funcionan y son operativas.
Sin embargo debemos ser conscientes de sus limitaciones y no pretender que nos den el mismo rendimiento ni fiabilidad que las conexiones por medio de un cable.
Por último debemos tener en cuenta otra “obviedad”. Las comunicaciones inalámbricas pueden ser interceptadas, por lo tanto son inseguras por su propia naturaleza. Dependiendo del uso que vayamos a darles, debemos poner los medios de seguridad necesarios para proteger la información que transmitimos. Aconsejamos consultar a los profesionales de la seguridad para tomar las medidas necesarias y evitarnos disgustos indeseados.
Ha habido uno en concreto que me ha hecho reflexionar un poco. Hace referencia a la obviedad de la información recogida en el artículo y lo critica por este motivo, pero mi experiencia profesional me dice que esta información no es tan obvia como a priori pudiera parecer.
Cuando se habla de conexiones inalámbricas, una gran parte de la población no es consciente de que las ondas, por mucho que sean inmateriales se ven afectadas por los obstáculos que ponemos entre el emisor y el receptor. Estamos tan acostumbrados a ver la televisión y a oír la radio (ambas señales viajan por la atmósfera y llega a nuestros receptores sin mayor problema), que damos por supuesto que cualquier sistema de comunicación inalámbrica ha de tener la misma eficacia que estas.
Lo que no tenemos en cuenta es la potencia de los emisores. Os aseguro que no tiene nada que ver la infraestructura de emisión de una emisora de radio local con el router WiFi que hemos puesto en nuestro salón.
Afortunadamente las paredes de nuestros pisos son bastante finas (¿ quien no escucha a sus vecinos ?), pero cuando nos vamos a la casa del pueblo con paredes de 10 cm. de espesor y con una densidad bastante más alta que la de nuestro piso, o cuando queremos que la señal atraviese 4 paredes con sus correspondientes habitaciones llenas de aparatos electrónicos que saturan el espacio de interferencias, la señal puede llegar bastante deteriorada, y posiblemente tengamos conexión, pero a una velocidad muy por debajo de la óptima.
Vista la situación, las características de los productos y recalcadas las “obviedades”, viene la parte positiva: las conexiones WiFi funcionan y son operativas.
Sin embargo debemos ser conscientes de sus limitaciones y no pretender que nos den el mismo rendimiento ni fiabilidad que las conexiones por medio de un cable.
Por último debemos tener en cuenta otra “obviedad”. Las comunicaciones inalámbricas pueden ser interceptadas, por lo tanto son inseguras por su propia naturaleza. Dependiendo del uso que vayamos a darles, debemos poner los medios de seguridad necesarios para proteger la información que transmitimos. Aconsejamos consultar a los profesionales de la seguridad para tomar las medidas necesarias y evitarnos disgustos indeseados.
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